
Atlas Unesco de las lenguas del mundo en peligro.
En la actualidad, según datos de la UNESCO de 2009, hay 6.700 lenguas vivas conocidas en el mundo, sin tener en cuenta sus variedades, y según Ethnologue 6.912, distribuidas de manera poco homogénea por el mundo, estando la mayor concentración en África y Asia -unas 1.900 en cada continente-.
Tampoco podemos hablar de homogeneidad en la relación de número de lenguas y hablantes, pues hay unas pocas lenguas habladas por muchas personas y muchas lenguas habladas por pocas personas. Las lenguas habladas por las tres cuartas partes de la población mundial, habladas por un mínimo de 10.000.000 de personas, solo representan el 1,3% de las lenguas. Las lenguas habladas por más de 10.000 y menos de 10.000.000 representan el 43,2 % de las lenguas. Mientras que las habladas por menos de 10.000 suponen el 55,5%. Pero el dato más escalofrinate de todos es que existen 232 lenguas habladas por menos de 10 personas, en tanto que 8 lenguas tienen más de 100.000.000 de hablantes cada una.
Se calcula que en el transcurso de las tres últimas generaciones se han extinguido cerca de 200 lenguas, que 538 están en situación crítica, 1.134 en peligro y 607 en situación vulnerable, lo que significa que, probablemente, a finales de siglo -si no nos hemos cargado el planeta antes- habrán desaparecido entre el 50% y el 90% de las lenguas del mundo, siendo más vulnerables las de los países con mayor diversidad -India, EE.UU., Brasil, Indonesia y México-.
Como dato positivo, parece que hay zonas en las que algunas lenguas se mantienen relativamente estables, como en Papúa Nueva Guinea, el país de mayor diversidad lingüística con más de 800 lenguas, donde existen proporcionalmente menos lenguas en peligro, unas 88. Incluso se puede hablar de lenguas que se están revitalizando, como el córnico en Cornualles, el sîshëë de Nueva Caledonia, el aymará central y el quechua en Perú, el maorí en Nueva Zelanda, el guaraní en Paraguay y otras lenguas de Canadá, Estados Unidos y México.
Entre las lenguas extinguidas recientemente se pueden citar el manés de la Isla de Man -1974-, el aasax de Tanzania -1976-, el ubyh de Turquía -1992- y el eyak de Alaska -2008-, todos ellos extinguidoa tras la muerte de su último hablante.
Según Koichiro Matsuura, Director General de la Unesco, «La desaparición de la lengua conduce a la desaparición de varias formas de patrimonio cultural inmaterial y, en particular, del legado invaluable de las tradiciones y expresiones orales de la comunidad que la habla, que incluye poemas y chistes, proverbios y leyendas. Asimismo, la pérdida de los idiomas indígenas va también en detrimento de la biodiversidad, porque las lenguas vehiculan numerosos conocimientos tradicionales sobre la naturaleza y el universo«.
La desaparición de una lengua es un pequeño ictus en el planeta, una pérdida de habla y de memoria difícil de recuperar y aún más difícil de asumir en un mundo tecnológico tan globalizado que como tal, desprecia las pequeñas cosas. Cuando una lengua muere, la humanidad se empobrece un poco más.